Cómo mi pareja aprendió a amar mi Satisfyer
Mi pareja no estaba muy de acuerdo en mi nueva adquisición.
Disfrutaba que estuviera más activa sexualmente. Disfrutaba que mis orgasmos llegaran con más facilidad y con una gran intensidad. Disfrutaba que ahora sea una mujer mucho más segura de su sexualidad. Pero no disfrutaba del todo que él no hubiera tenido mucho que ver con ese cambio.
Aunque fue él quien en mi cumpleaños me dio de regalo un Satisfyer creo que no tenía idea del alcance que este obsequio podría tener en mi vida. Porque ya no tenía un solo amante, sino que tenía dos, mi pareja y mi Satisfyer.
Me imagino que debe haber otras mujeres con parejas sintiendo celos porque un juguete nos da incluso mucho más satisfacción que el mismo encuentro sexual. Probablemente esto sea agravado porque los Satisfyer son un juguete mayormente para la masturbación, algo en solitario.
Él no me lo decía abiertamente, pero sabía que le habría gustado ser quien me diera tantos orgasmos. Por eso ideé una forma en que aprendiera a amar el Satisfyer.
Un día en que supe que llegaría tarde del trabajo, decidí darle una sorpresa.
Me hice con un conjunto de lencería sexy me aseguré de estar bien depilada, limpia, impoluta para él. Compré una buena botella de champaña y lo esperé con música relajante y el cuarto a oscuras.
Al encender la luz, se encontró con una mujer que exudaba erotismo, completamente desnuda, abriendo las piernas para él. Le enseñé el tesoro que tengo en medio de las piernas. Me miraba atónito, sin decir palabra alguna. Supe que estaba sorprendido, así que me levanté, le serví un vaso de champaña y lo convidé a que se quedara frente a la cama, porque iba a hacerle un show privado.
Abrí mis piernas y le mostré de nuevo mi sexo, tocándome primero con mis propias manos. Lo acaricié con la mano derecha, dando vueltas alrededor para terminar en el clítoris, donde me detuve a frotarme. Con firmeza y un ritmo constante. La humedad caía en la cama. Sentí deseos de ser penetrada, así que introduje un dedo en mi sexo. Pero no era suficiente, así que también, con cuidado, introduje otro dedo en mi culo. Me penetré primero lento, luego rápido, con deseo y placer.
Veía la saliva correr por la comisura de su boca, con deseos de probarme. Pero no le iba a dar el gusto. Así que me detuve, sacando de debajo de una almohada quien sería el protagonista del show: Mi Satisfyer Pro 2.
Lo coloqué en mi clítoris, dispuesta a llevarme a la cima del placer. El primer orgasmo llegó muy rápido, pues ya me había preparado previamente. Luego el segundo tampoco tardó, pero legó con convulsiones y mi cuerpo volviéndose gelatina. Pero no paré. Él tenía los ojos muy abiertos, viendo como tenía un orgasmo tras otro con ese juguete, impresionado. Al estar a punto de llegar al tercero, lo convidé a que se acercara.
«Ven y fóllate mi orgasmo» le ordené. «Fóllame y dame otro orgasmo».
Él, en silencio, se desnudó y entró en mí para encontrar un río. Me embistió como nunca había hecho, dispuesto a hacer que me corriera de nuevo. Y en efecto nos corrimos juntos, uniendo nuestros orgasmos en un solo cuerpo, lleno de placer y de goce.
Desde ese día, mi pareja no tiene problemas con que use un Satisfyer, de hecho está feliz. Así que sí que si quieres que tu pareja aprenda a amar tu Satisfyer, todo lo que tienes que hacer es enseñarle los beneficios de su uso.